A lo largo de los últimos meses, la crisis médica que vivimos ha llevado a que uno de los sectores más vulnerables de la población haya quedado desplazado a una condición marginal. Nos referimos, por supuesto, a los pacientes que sufren de un padecimiento crónico.
Las medidas de distanciamiento social han sido necesarias para evitar el esparcimiento de la pandemia, sin embargo, también se han vuelto un impedimento importante para personas que tienen que lidiar con otras enfermedades y que requieren de atención constante. Este statu quo nos ha revelado como profesionistas del mundo médico que es importante adaptar los alcances de nuestra práctica médica y, en la medida de lo posible, encontrar formas en las que podamos procurar la salud de nuestros pacientes sin la necesidad de atenderlos de manera presencial. Una de las lecciones que nos ha dejado el COVID-19 es que es momento de que todos los profesionistas de la salud comencemos a implementar la telemedicina.
Nuevos horizontes
El campo de la telemedicina tiene múltiples alcances y se enfoca en la posibilidad de brindar servicios médicos a distancia a través de diversos recursos tecnológicos. Esto va desde brindar consulta a un paciente desde la distancia hasta la realización de intervenciones quirúrgicas llevadas a cabo con asistencia robótica. Naturalmente, la implementación de esto tipo de prácticas puede llevar a que los servicios de salud puedan alcanzar comunidades rurales o aisladas, y además de esto, pueden ser de gran ayuda para los pacientes que no pueden transportarse con facilidad.
Ejercer la telemedicina va mucho más allá de sólo ofrecer un servicio de consulta a distancia y más bien se puede entender como la digitalización de varios aspectos del servicio médico. Contiene muchísimas aristas: la captura digital de historiales médicos, el monitoreo a distancia de pacientes con condiciones crónicas, la expedición virtual de recetas médicas, y muchas más por descubrir.
Abrir todas estas posibilidades tiene como objetivo ulterior facilitar y garantizar la salud del paciente. Una gran ventaja de tener acceso virtual a la historia médica de nuestros pacientes es que facilita los casos que debemos de colegiar con otro especialista. Así pues, todos pueden tener acceso a una “segunda opinión” en cuestión de instantes, lo cual nos es de gran valor para casos de posible urgencia.
No puede pasar sin mención la enorme innovación que es la telecirugía y el mundo de posibilidades que viene con ella, desde la reducción de costos de relocalización de los pacientes, hasta la posibilidad de brindar servicios de cirugía segura a poblaciones que carecen de la presencia de cirujanos especialistas.
Políticas de salud pública
Muchos países del mundo han vuelto la telemedicina una de sus prioridades para el campo de la salud. En la Unión Europea, por ejemplo, 70% de los países miembros cuentan con una estrategia o política nacional enfocada exclusivamente en la telemedicina (también conocida en estos países como e-health) de acuerdo a datos de la OMS.
En México las iniciativas telemédicas crecen poco a poco, con impulsos tanto privados como públicos. No obstante, aún queda muchísimo campo en el que actuar. Se tienen que elaborar programas, aplicaciones y plataformas que fortalezcan la cultura de la salud en el país y en toda América Latina.
Sumándonos a los esfuerzos de la telemedicina no sólo ampliamos el alcance de nuestra práctica, sino que también movilizamos a la población a procurar de forma constante un estado óptimo de salud. Hoy es el momento de preguntarnos cómo podemos utilizar las herramientas digitales para ser mejores médicos.