La pandemia del COVID-19 llegó para cambiar las expectativas de todos los sectores posibles. Sin embargo, en el mundo de la medicina la crisis se volvió doble: no sólo hemos tenido que cambiar nuestras formas de trabajo, también nos hemos visto obligados a replantearnos el enfoque de lo que hacemos.
No podemos garantizar solamente la salud individual de nuestros pacientes, también representamos la linea del frente en la batalla contra la pandemia. Y es que aunque en distintos lugares del mundo parece que las cosas se normalizan, no estamos en un momento de declarar victoria y tenemos que afrontarnos a la noción de que, además de que tenemos que estar al tanto de la salud individual de nuestros pacientes en el día con día, también tenemos la obligación de encargarnos de ponerle un freno a esta crisis de salud pública.
No obstante, estas medidas tendrán fuertes consecuencias. De acuerdo a las estimaciones del CovidSurg Collaborative, cerca de 30 millones de cirugías electivas habrán tenido que ser pospuestas a causa de la pandemia para finales de este año.
No podemos hacernos de la vista gorda frente a estas cifras. El hecho de que una cirugía se denomine como “electiva” no significa que esta no tenga que hacerse: sólo implica que puede no hacerse de inmediato. Por esto mismo, mientras más tiempo se pospongan las cirugías de nuestros pacientes, mayor será el detrimento de su calidad de vida.
Ante esta situación, nos encontramos ahora ante el deber de evaluar constantemente en nuestros hospitales si podemos llevar a cabo las cirugías electivas en los casos de padecimientos más avanzados, y tomar las medidas pertinentes para que el hecho de realizar una intervención quirúrgica no ponga en riesgo ni a nuestros pacientes ni a nuestro equipo médico.
Algunas de las medidas esenciales que podemos tomar para que la operación no implique un riesgo innecesario para los pacientes es el cerciorarnos de que este haya pasado por un periodo firme de cuarentena, con muy poco contacto con sus parientes, y que tanto nosotros como nuestro equipo médico cuente con equipo de protección personal (EPP) adecuado.
Estamos en un momento en el que tenemos que rigurosamente seguir los protocolos, así adentro como afuera del quirófano. Es esencial que el periodo de internamiento hospitalario de los pacientes sea mínimo: de esta manera, se reducen la posibilidad de infección de SARS-COV-2 de la persona dentro del hospital y la cama que ocupa podrá ser usada para tratar a pacientes que padezcan del virus.
Esto son medidas que debemos de tomar paulatinamente para que poco a poco podamos volver a realizar cirugía electiva de manera cotidiana. La mayor parte de las cirugías canceladas será para condiciones sin relación al cáncer. Sin embargo, los procedimientos pospuestos para tratar esta enfermedad se estima que serán cerca de 2.3 millones a nivel mundial.
Evidentemente, con este rezago, se propaga también mucho sufrimiento. A causa de esto, es inminente que hallemos formas en las que los hospitales puedan volver a practicar la cirugía electiva en un ritmo cercano al cotidiano, pero manteniendo medidas certeras para evitar la propagación del coronavirus.
Nos encontramos frente a un predicamento, pero contamos con los recursos para seguir procurando al salud de nuestras comunidades. Nuestro deber ahora es estar en un estado constante de evaluación de la coyuntura actual y, sobre todo, de cuál es la situación de nuestros hospitales. El mejor momento para que el mundo de la cirugía electiva vuelva a la normalidad será cuando la sobredemanda de nuestros servicios disminuya de forma significativa.
En el primer webinar de The Surgery Hub, nos enfocaremos en dialogar sobre cómo será el mundo de la cirugía electiva después del COVID-19. En este seminario especializado, se ahondará con mayor detalle en cuáles son los pasos que debemos de seguir para tratar los padecimientos de nuestros pacientes y procurar la salud pública.