Es claro que todo procedimiento de mínima invasión tiene múltiples beneficios por encima de una cirugía tradicional abierta. Esto se hizo patente desde la llegada de la laparoscopía a los quirófanos del mundo, debido a la reducción del trauma quirúrgico, los tiempos de hospitalización, y el menor índice de complicaciones en los pacientes que habían sido sujetos a este procedimiento.

La minilaparoscopía es la nueva vanguardia de la cirugía abdominal, puesto que lleva el significado de mínima invasión a su máxima expresión. En realidad, esta tendencia quirúrgica no fue ideada recientemente: los primeros intentos de intervenciones por minilaparoscopía se hicieron desde los años ochenta; sin embargo, debido a que los instrumentales de la época no estaban lo suficientemente evolucionados para esta técnica quirúrgica, cayó en desuso por varios años.

El renacimiento de la minilaparoscopía se puede localizar alrededor del año 2012, puntualmente en la práctica quirúrgica del Dr. Gustavo Carvalho. Sin embargo, cabe destacar que el perfeccionamiento de esta técnica estuvo relacionado también al refinamiento de instrumentales quirúrgicos que se dio a lo largo de las últimas décadas del siglo pasado, sobre todo por los avances alcanzados a través de procedimientos como la cirugía de puerto único y la endoscopía.

A partir de la década pasada, la minilaparoscopía se ha destacado como la punta de lanza del mundo quirúrgico porque es el procedimiento más puede beneficiar a un paciente de cirugía abdominal. Esto se debe a que, en contraste con una cirugía por laparoscopía, en la minilaparoscopía se reduce la incisión en el cuerpo del paciente al máximo, a pesar de que los pasos de la intervención quirúrgica sean prácticamente los mismos que en un procedimiento laparoscópico.

En una laparoscopía tradicional se utiliza instrumental con un diámetro de entre 10 y 5 mm. En la minilaparoscopía, este número se reduce tan sólo a 3mm y la incisión puede medir tan poco como 1.5mm. Esto representa una ventaja mayor para la percepción del paciente del procedimiento quirúrgico, debido a que la marca que queda sobre su cuerpo es mínima. No obstante, el beneficio va mucho más allá de lo estético. No puede pasarse por alto que en una operación minilaparoscópica el trauma quirúrgico es considerablemente menor al de otro tipo de procedimientos. Debido a esto, hay menos cambios inflamatorios en el proceso de la intervención quirúrgica, lo cual resta los tiempos de recuperación del paciente. Finalmente, al igual que en una cirugía laparoscópica, la convalecencia post-operatoria se reduce notablemente, al igual que los tiempos de estancia hospitalaria. Esto beneficia al paciente tanto a nivel de salud como de finanzas personales.

Cabe destacar que la minilaparoscopía, al ser un procedimiento quirúrgico que requiere de un alto nivel de especialización y que se hace a partir de procedimientos altamente estandarizados. Esto reduce ampliamente el margen de error durante la intervención y por lo mismo beneficia enormemente la seguridad de los pacientes. Así pues, se posiciona como un método ideal para la realización de varios tipos de operaciones: colecistectomías, apendicectomías, simpatectomías, reparación de hernias inguinales, entre otras.